La deshumanización que experimenta nuestra sociedad, donde se ha perdido el sentido de comunidad, podría recuperarse si se incorporaran algunas prácticas religiosas abandonadas en los dos últimos siglos o retiradas al ámbito de lo privado por el proceso de secularización. Sin necesidad de profesar una fe y sin ni siquiera practicarla, hay conceptos y valores en las principales religiones que, bien escogidos y tratados, contribuirían a dar un alma al modo de vida actual y mejorarían la situación de hombres y mujeres que ahora se ven dominados por fines mucho más inmediatos y frustrantes, como la necesidad del éxito en el trabajo o del reconocimiento social.
Esta propuesta general de un nuevo respeto hacia lo religioso, que no pretende imponer ningún credo, es lo que plantea el escritor Alain de Botton en un libro que se publicará próximamente –Religion for Atheists: A Non-Believers Guide to the Uses of Religion– y del cual reproduce unas páginas The Wall Street Journal. En opinión del ensayista y filósofo suizo, la religión ha cubierto durante siglos dos grandes funciones, para las que la sociedad secular no encuentra sustitutos. Una es la de facilitar una convivencia armónica con mínimas confrontaciones, algo nada fácil por la tendencia generalizada al individualismo. La segunda se centra en dar respuesta al sufrimiento humano que aflora a lo largo de la vida como enfermedad, dolor, fracaso y muerte.
Para el autor, hay mucho que aprender e incorporar de las tradiciones religiosas aunque ni siquiera se compartan las creencias que las sustentan y, además, hacerlo así sería una ganancia clara para superar algunas enfermedades sociales. Según De Botton, que se considera no creyente, judaísmo, budismo y cristianismo merecen respeto por su larga contribución a la cohesión social y por sus intentos de construir un mundo mejor, logros que no se encuentra apenas entre las instituciones seculares. La repercusión de las éticas que proponen queda –según el autor– a mucha distancia de los objetivos que otros grandes movimientos que soslayan lo espiritual, por muy innovadores que sean.
Aunque su propuesta es meramente descriptiva, el escritor reconoce que las religiones merecen atención y respeto también de los que no creen. Frente a los que desde el ateísmo proponen posicionamientos beligerantes, Alain de Botton plantea revalorizar y reimplantar las enseñanzas que se derivan de algunos conceptos y ritos religiosos.