A veces, hay cosas que te hacen pensar que no todo está perdido. En Italia, quiero decir. En ese país, tan parecido y tan distinto a España, hay reacciones. Como si la gente estuviera ya cansada de tanto políticamente correcto y de tanta mandanga. Y –siempre a la italiana, nunca la sangre llegará al río– se planta y dice: hasta aquí hemos llegado.
Es lo que ha pasado en Rozzano, una ciudad de cuarenta mil habitantes al sur de Milán. Los niños del Instituto Garofani reciben enseñanza gratuita de música gracias a la asociación de voluntarios 11 Note. Todos los años se celebra la “Fiesta musical de la Navidad”, y en 2014, los niños cantaron canciones navideñas como Jingle Bells y otras. Esta vez, unos padres pidieron al director del colegio que se añadieran cantos religiosos, como Tu scendi dalle stelle (compuesto por san Alfonso María de Ligorio), Adeste, fideles o Stille Nacht. Nada excesivamente revolucionario, diría yo. Pues no. El director decidió que estas Navidades no habría festival, que en su lugar el 21 de enero tendría lugar una Fiesta del Invierno, y que nada de villancicos o canciones religiosas: se cantarían canciones de Sergio Endrigo. “Es para evitar instrumentalizaciones”, explicó la subdirectora del colegio.
El Presidente italiano organiza en el Quirinal una exposición de belenes, uno por cada región italiana
La tontería del señor Parma –que así se llama el director del colegio– ha tenido, gracias a Dios, consecuencias. La dirección regional de enseñanza de la Lombardía le ha pedido que explique las razones “del grave gesto de cancelar cualquier iniciativa escolar relativa a la Navidad cristiana”. Una fiesta que, dicen las asociaciones islámicas de Milán, “nunca ha sido un problema para los musulmanes de este país”.
Luego fueron los políticos que, al menos por una vez, se movieron. “Los profesores y los directores que eliminan la Navidad –dijo Matteo Salvini, secretario de la Liga Norte– tendrían que ser despedidos: quienes eliminan el belén y la historia de la Navidad no reúnen las condiciones necesarias para ese trabajo”. Las criticas vinieron también de la izquierda. Para el subsecretario de Educación, Davide Faraone, del Partido Democrático (PD), se trata de una “decisión miope, tomada por alguien que confunde la inclusión con evitarse líos”. Aunque parece que la cosa es más seria: los padres también han denunciado que el director del colegio ha quitado los crucifijos que había en las clases.
Exposición de belenes en el palacio presidencial
La crítica más dura al director de Rozzano fue la del presidente del gobierno, Matteo Renzi, también del PD: “Discutir y dialogar no quiere decir ahogar la identidad en un políticamente correcto vago e insulso. Toda Italia, laicos y cristianos, nunca renunciarán a la Navidad”. Parma ha dimitido, aunque solo de la dirección de la escuela primaria (era director provisional de esa parte del colegio). Algo es algo.
Las asociaciones islámicas de Milán dicen que la celebración pública de la Navidad “nunca ha sido un problema para los musulmanes de este país”.
Mientras algunos directores de colegio quitan crucifijos y prohíben las canciones navideñas, el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, que parece tener menos complejos, ha organizado una exposición de belenes en el palacio del Quirinal. El Quirinal es la sede de la presidencia de la República, el más alto cargo del Estado italiano, y representante de la unidad del país. “El belén es una expresión de arte vivo y popular, expresa un intenso sentimiento religioso y transmite un mensaje de paz y de fraternidad universal”, dice el jefe del Estado italiano en el texto que acompaña al catálogo de la exposición. En ella hay 21 belenes, uno por cada región italiana. Por cierto, a la inauguración de la exposición asistieron todos los presidentes autonómicos, sin faltar ni uno de ellos.
La Navidad en el arte cristiano
El asunto de los belenes ha dado pie a muchos comentarios y debates, y también a que Vittorio Sgarbi, un personaje polémico pero muy buen crítico de arte, hiciese un hermoso elogio de la Navidad cristiana. Sgarbi, que a veces se declara ateo y otras se dice orgulloso de ser católico, durante una transmisión de la RAI se lanzó a alabar la Navidad y el arte cristiano. Hablando a los que pretenden que los belenes, “esta expresión de religiosidad y de cultura cristiana”, se limiten a la esfera privada, y “los que quieren quitar el crucifijo, los que no quieren celebrar la Navidad, los que no ponen el belén, los directores de colegio”, Sgarbi les decía:
La reacción de las familias obliga a rectificar al director de una escuela que quería suprimir las canciones navideñas.
“Navidad significa la Natividad de una persona que hizo una revolución por la que el hombre no debe odiar a los demás, el hombre debe amarlos. ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. Así que es maravillosa, una religión en la que Dios viene a la Tierra para convertirse en un hombre, (…) Celebramos esta persona que nos ha hecho amigos, que transformó el homo homini lupus en homo homini Deus: no podemos hacer daño a los demás, tenemos que comprenderlo sin distinguir si es o no de nuestra religión, pero sin por esto negar la nuestra”.
Luego el crítico de arte asegura que “ninguna religión ha expresado tanta belleza como la nuestra”. Y va recordando las representaciones del nacimiento de Cristo en la historia del arte, obras de Piero della Francesca, la Natividad de Giotto, las de Schiavone, el Greco, Caravaggio, Rubens…
Y termina deseando “Feliz Navidad a todos los que “debéis a Cristo la libertad, la igualdad, la autonomía de la mujer, la belleza, todo”.