Senegal: islam y cristianismo, emulación sin enfrentamiento

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Kampala. El cristianismo no es una religión para los africanos, afirmó el líder libio Muammar Gaddafi el pasado 30 de marzo, hablando en un mitin de oración celebrado en Agadez (Níger), para celebrar el aniversario del nacimiento del profeta Mahoma. A menudo la televisión pública libia muestra a Gaddafi en reuniones con hombres y mujeres africanos que le dicen que se han convertido al islam.

La reunión de Agadez fue un día después de la cumbre árabe celebrada en Arabia Saudita, en la que destacó la ausencia de Libia. Es bien sabido que Gaddafi está volviendo la espalda a sus hermanos árabes, haciendo lo imposible por congraciarse con los líderes africanos subsaharianos. «Libia ha vuelto la espalda a los árabes… Libia es una nación africana. Que Dios guarde a los árabes felices y lejanos», dijo para explicar por qué no asistía.

Cuaresma a la altura del Ramadán

El brusco comentario de Gaddafi en Níger sobre el cristianismo no es congruente con la experiencia del no lejano Senegal. Con una amplia mayoría musulmana del 94% -los primeros contactos con el islam datan del siglo XI-, el ayuno durante el Ramadán forma parte de su cultura desde hace siglos. Para no ser menos, la pequeña proporción de católicos (5%) han vuelto de modo gradual y creciente, desde finales de la década de los setenta, a la práctica de la primitiva cristiandad, tomando solo una comida al día durante la Cuaresma. Según Fr. Jacques Seck, destacado académico senegalés, el ayuno completo es ahora bastante común. Los católicos quieren mostrar que se toman tan en serio su religión como los musulmanes, y se sienten estimulados a vivir con el mismo nivel de renuncia.

El primer encuentro de Senegal con el cristianismo tuvo lugar con la llegada de comerciantes portugueses en el siglo XV, aunque los contactos se limitaron a la zona de la costa. La mayor parte del país fue evangelizada por misioneros franceses a mitad del siglo XIX.

Cuando los cristianos comenzaron a observar el ayuno cuaresmal, muchos estaban ya familiarizados con la práctica del Ramadán. El ayuno de los musulmanes consiste en no tomar nada entre la salida y la puesta del sol. Algunos católicos son incluso más exigentes en la privación de alimento y bebida, y hacen una sola comida al final del día.

Algunos observadores pueden tachar esto de sincretismo religioso. Quizá hay algo de eso. Algunos musulmanes ayunan uno o dos días durante la Cuaresma, en solidaridad con sus amigos cristianos. Es corriente que los musulmanes inviten a cristianos a sus fiestas religiosas, y viceversa. Algo parecido ocurre en otras regiones africanas. La seriedad y naturalidad con que muchos musulmanes viven las llamadas a la oración a lo largo del día, no pasan inadvertidas a los seguidores de otras religiones. Tampoco las limosnas y el cumplimiento de sus obligaciones hacia sus correligionarios. Si a todo esto se añade que son capaces de coexistir pacíficamente con sus vecinos, es fácil comprender por qué en Senegal no se dan los enfrentamientos religiosos que de cuando en cuando se producen en otros sitios de África occidental, como Nigeria. El temor de que cuando los musulmanes, cuando son una amplia mayoría, persigan a los cristianos -como ocurre en Sudán- no existe en Senegal.

Ceniza para todos

Sin embargo, en otros países africanos donde los musulmanes son pocos, la Cuaresma se toma también muy en serio. El Miércoles de Ceniza las iglesias están tan llenas como en las fiestas de Navidad o Pascua. La gente piensa que el día no está completo si no «ha tomado la ceniza». Muchos no católicos van también a que les impongan la ceniza, pues en sus iglesias no tienen esta ceremonia.

El Viernes Santo en remotos poblados de África una gran cruz de madera es llevada por los fieles haciendo turnos, tanto por hombres como por mujeres, durante varias horas hasta los oficios de la tarde. Muchos ayunan tanto como los cristianos de Senegal. No es raro oír de gente que toma solo una comida al día, y el viernes nada en absoluto, y sin embargo son capaces de cumplir su jornada de trabajo.

Para los africanos la escasez de alimentos no es algo extraordinario, y no dudan en privarse de ellos cuando su religión se lo pide. La fe vibrante y la naturalidad para vivirla abiertamente son legendarias en África, tanto en las grandes ciudades como en las remotas regiones rurales. Y parece algo muy distinto de la privación de carnes, dulces, alcohol o tabaco que practican otros cristianos durante la Cuaresma en los países desarrollados.

Si la fe se demuestra por las obras, el coronel Gaddafi está muy equivocado. Libia está tratando de ganar conversos al islam mediante donaciones a las comunidades islámicas de África, para construir mezquitas e instituciones educativas. A menos de un kilómetro de donde escribo, encaramada en la antigua colina de Kampala, hay una de las más impresionantes y bellas mezquitas de África, y quizá del mundo. La construcción fue comenzada por Idi Amin, y completada recientemente con dinero libio. Pero lo que está creciendo en África son las conversiones al cristianismo, y se necesitará algo más que edificios impresionantes para lograr las conversiones en masa que Gaddafi está tan seguro de conseguir.

Martyn DrakardACEPRENSA

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