“Nunca le había visto tan exhausto”

Fuente: Corriere della Sera
publicado
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Peter Seewald, el periodista alemán que ha conversado muchas horas con Benedicto XVI para sus libros de entrevistas, cuenta en un artículo publicado en la revista alemana Focus y traducido en Corriere della Sera (18-02-2013), sus impresiones de su último coloquio con el Papa hace diez semanas.

Seewald, que se entrevistaba con el Papa para preparar una biografía, advirtió que su salud se había deteriorado: “Había perdido oído; no veía por el ojo izquierdo; había adelgazado tanto que el sastre tenía dificultades para ajustarle los trajes. Se mostraba muy delicado, todavía más amable y humilde, muy reservado. No parecía enfermo, pero no se podía ignorar el cansancio que se había apoderado de toda su persona, cuerpo y alma”.

“Nunca le había visto tan exhausto, casi postrado. (…) Mientras dos años antes, a pesar de los primeros problemas de la edad, aparecía todavía ágil, casi juvenil, ahora cada vez que llegaba de la Secretaría de Estado un nuevo dossier, lo sentía como un golpe”. “Soy un hombre anciano y las fuerzas me abandonan”, le dijo Benedicto XVI. “Pienso que basta con lo que he hecho”.

En un encuentro anterior, el pasado agosto en Castel Gandolfo, Seewald le preguntó cómo le había afectado el asunto Vatileaks. “No me dejo llevar por una especie de desesperación o dolor universal, simplemente me parece incomprensible. Aun considerando a la persona (Paolo Gabriele), no puedo entender qué se espera. No logro penetrar en su psicología”, dijo Benedicto XVI. Sin embargo, “sostenía que el suceso no le había hecho perder el rumbo ni le había hecho sentir el cansancio de su puesto, ‘porque siempre puede suceder’”.

En el artículo Seewald hace algunas reflexiones sobre Joseph Ratzinger. “Los años le han puesto a dura prueba. Era descrito como un perseguidor, cuando realmente era un perseguido, el chivo expiatorio acusado ante cualquier injusticia”. Pero “nadie le ha oído lamentarse”, ni “nadie le ha oído un comentario negativo sobre otras personas”.

A juicio de Seewald, Ratzinger es “un penador radical y un creyente radical, que en la radicalidad de su fe no empuña una espada, sino otra arma mucho más poderosa: la fuerza de la humildad, de la sencillez y del amor. Joseph Ratzinger es el hombre de las paradojas. Lenguaje moderado, voz fuerte. Mansedumbre y rigor. Piensa a lo grande, pero presta atención a los detalles. Encarna una nueva inteligencia para reconocer y revelar los misterios de la fe, es un teólogo, pero defiende la fe del pueblo contra la religión de los profesores, fría como las cenizas”.

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