Bien recibida la ayuda financiera católica a los «popes»
La cuestión de cuál debe ser el papel de la Iglesia católica en los territorios de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) fue el principal punto de discrepancia durante el encuentro oficial católico-ortodoxo celebrado en Moscú los días 30 y 31 enero. El comunicado final de la reunión pone de relieve la voluntad común de arreglar de modo «pacífico y fraterno» las cuestiones controvertidas, especialmente las que afectan a los lugares de culto en Ucrania occidental.
«Al comprobar que las dos delegaciones entienden de modo distinto la misión de la Iglesia católica en los territorios de la CEI -añade el texto-, se ha decidido clarificar esta cuestión en el próximo encuentro bilateral», que se celebrará posiblemente dentro de seis meses. Desde hace años, la autoridad ortodoxa rusa acusa a los católicos de desarrollar una acción proselitista en su territorio. Estas acusaciones cristalizaron sobre todo a raíz de que la Santa Sede procediera al nombramiento de algunos administradores apostólicos en Rusia y en los otros países de la CEI, sin informar previamente al patriarcado ortodoxo. Roma siempre ha mantenido que esos nombramientos responden a la necesidad de atender a los católicos que allí viven.
Para el patriarca Alexis II, según afirma en una entrevista que publica la revista 30 Giorni (enero de 1995), el diálogo teológico entre católicos y ortodoxos está casi apagado, precisamente a causa de que «los problemas del uniatismo y del proselitismo están a la orden del día».
Si las negociaciones oficiales presentan estas dificultades, mucho más éxito está teniendo la iniciativa de la asociación «Ayuda a la Iglesia Necesitada», promovida por el padre Werenfried van Straaten. Con el visto bueno de la Santa Sede, esta asociación está recogiendo fondos en todo el mundo para distribuirlos entre los sacerdotes ortodoxos rusos más necesitados: se trata de facilitar mil dólares al año a cada uno de los seis mil «popes». Hasta el momento, la asociación ha recogido cinco millones y medio de dólares.
Según explicó en Roma el archimandrita Sviridov, del departamento para la catequesis del patriarcado de Moscú, esta iniciativa ha impresionado no sólo a sacerdotes y obispos, sino también a la gente sencilla, los cuales «han comprendido que los católicos tienen un rostro humano. Hasta ahora, sólo habíamos experimentado un diálogo ecuménico de tipo oficial, que dejaba sin resolver los problemas reales, entre ellos la desconfianza mutua. De este modo, se creaban mitos negativos que no tenían nada de real, pero se alimentaban por la ausencia de relaciones directas».