Éste parece haber sido un buen invierno para el islam en Berlín. Apenas comenzaba, y ya corría la noticia de que en la parte oriental se inauguraba una mezquita dependiente del califato de Londres. La noticia causó cierto revuelo y polémica, por diferentes razones aducidas: en dicho barrio no hay casi musulmanes, la mezquita tiene una capacidad para 500 personas y sólo hay 200 fieles de esa rama musulmana en la capital alemana, más los consabidos cuestionamientos y dudas. Y, en vísperas de la primavera, comenzaron los cursos de la primera escuela para imanes en suelo alemán.
La escuela, con formato de internado, es privada, y su director es un alemán converso hace un par de años al islam. Estudiar allí cuesta 4.000 € al año, y el ciclo completo tiene una duración de 6 años. No está claro si sólo se admiten estudiantes nacidos en Alemania, porque al parecer hay también alumnos holandeses matriculados. Sí está claramente estipulado, en cambio, que se trata de una escuela exclusiva para varones entre 18 y 25 años que aspiren a ser imanes. El plan de estudios contempla las siguientes asignaturas: Alemán, Árabe, Arte, Corán, Estudios Sociales, Religión y Turco.
Para los directivos de la nueva escuela es esencial que los alumnos hayan crecido en Alemania para ahorrarse el problema de la inculturación. Porque prácticamente todos los imanes que se desempeñan hoy en el país han venido de Turquía o algún país árabe, y les resulta difícil hablar el alemán y entender la cultura y mentalidad locales.
Algunos políticos saludan con agrado la nueva iniciativa. Les parece una oportunidad magnífica para que las prédicas en las mezquitas salgan de bocas alemanas, y no extranjeras, lo cual podría ser un factor que ayudaría a combatir el extremismo musulmán. A esto se suma el discurso de la apertura, la libertad religiosa y la tolerancia multicultural.
Entre los detractores hay dos grupos: los alemanes que se oponen al establecimiento de una escuela donde presuntamente se promovería una actitud contraria ante todo a la mujer. Eso insinúa, por ejemplo, la periodista Christina Hebel en su artículo cuando relata su encuentro con el director del internado quien se negó a estrechar la mano: “eso está prohibido, es un pecado para nosotros”. Pero también otras asociaciones musulmanas, señaladamente la Unión Turco-Islámica “Ditib”, lanzan sus críticas, pues dicen echar de menos una formación teológica más sólida en el plan de estudios.
Sólo una actitud transparente que permita seguir el discurso y rastrear la manera como se modelen las mentes en el internado permitirá aceptar o rechazar con fundamento las enseñanzas que ahí se comienzan a impartir. Estudiar arte o árabe es en sí mismo inocuo, por decirlo de alguna manera, pero enseñar que el contacto con la mano de una mujer es pecaminoso suena difícil de comprender en nuestros días.
En el Instituto Católico de París
El deseo de forman imanes enraizados en la cultura local es lo que ha motivado en Francia una iniciativa desarrollada, paradójicamente, por el Instituto Católico de París (cfr. Aceprensa, 13-02-08)
En enero de 2008 comenzaron allí cursos de formación universitaria para veinticinco futuros imanes o capellanes, bajo el título “Religiones, laicidad, interculturalidad” . No se trata de enseñanza religiosa, pues la Unión de las organizaciones islámicas de Francia tiene su propio instituto teológico.
El objetivo del programa es ofrecer a futuros ministros del culto musulmán un mejor conocimiento de la sociedad francesa y de sus relaciones con las religiones. El curso de un año comprende cuatro campos: cultura general (historia de los valores republicanos, instituciones, retórica), derecho, religiones y aspectos interculturales.
En Francia hay unos dos mil imanes, formados en países árabes o en Turquía. Tras la creación del Consejo representativo del culto islámico en Francia, cuando Nicolas Sarkozy era ministro del Interior, se ha impulsado ese tipo de iniciativa para mejorar la formación de los imanes conforme a la cultura nacional.