Aunque no siempre con la premura deseable, el Vaticano y las Iglesias locales han aplicado procedimientos para investigar y reparar los abusos cometidos, y para evitar otros nuevos.
La respuesta de la Iglesia a las denuncias de abuso sexual por parte de sacerdotes y religiosos no siempre ha sido óptima. Lo han reconocido los tres últimos papas. Faltó, en ocasiones, un entendimiento de las verdaderas dimensiones del problema; otras veces, se concedió poco peso a los testimonios de las víctimas, o se atribuyó la polémica únicamente a una campaña periodística contra la Iglesia; también se confió demasiado en que el tratamiento psicológico de los abusadores evitaría nuevos casos; y no se recurrió lo suficiente a las medidas cautelares que esta…
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