La imagen de las siete religiosas limpiando el altar que había sido ungido en la consagración del templo de la Sagrada Familia por Benedicto XVI ha provocado malestar entre algunos. A su juicio, la escena es una metáfora del insignificante papel de la mujer en la Iglesia. La periodista María-Paz López (La Vanguardia) ha hablado con algunas de esas religiosas y les pregunta por su vocación.
Como recuerda la periodista, “en la ceremonia participaron otras mujeres: una seglar leyó una lectura, hubo una mujer con sus hijos y marido en las ofrendas, y, aunque no se la veía, estaba también la organista. Pero quienes se sienten dolidos indican que las religiosas limpiando transmitieron a su pesar la idea sobre la mujer vigente en la Iglesia”.
“Las protagonistas, pertenecientes a una orden religiosa denominada Auxiliares Parroquiales de Cristo Sacerdote, no lo ven de esa manera, y afirman no comprender el porqué de tanto revuelo. ‘Para nosotras fue un regalo, fue llevar nuestra labor cotidiana a un momento muy solemne; lo hicimos encantadas, con entusiasmo y con ilusión’, sostiene Antonia Cano, madre superiora de una pequeña comunidad de esta orden que cuida la sacristía de la catedral de Barcelona”.
Y añade: “¿Pero por qué se fijan sólo en ese acto de limpiar? Era una liturgia maravillosa, tendrían que informarse y estudiarla antes de hablar sobre eso (…). Lo que hicimos fue un honor para nosotras, lo hicimos con gozo y gratitud al Señor, no porque estuviera el Papa, porque lo importante es la acción directa para el Señor”.
Las religiosas de esta congregación -unas 200 en España- cuidan todo lo necesario para la acción litúrgica de la Iglesia. Por eso, recalcan que viven su cercanía al altar como un privilegio. Eso implica “cuidar los ornamentos, las casullas y albas, los cálices, los copones…; los colocamos en los altares, en la credencia y en el sagrario; y nos ocupamos de que todo esté en condiciones para la celebración de la misa”, explica Cano.