14 kilómetros son los que separan África de Europa por el estrecho de Gibraltar. Los 14 kilómetros que recorren millares de inmigrantes ilegales en un viaje que empieza antes y más lejos. En su segunda película, el realizador cordobés Gerardo Olivares cuenta el largo viaje de tres subsaharianos decididos a cruzar el estrecho: Buba, que sueña en convertirse en un as del fútbol, su hermano Mukela y Violeta, una chica que huye de un matrimonio concertado con un indeseable. Olivares, que ya había rodado en África algunos documentales y parte de su primera película (La gran final), planta de nuevo la cámara a ras de tierra, utilizando la ficción con propósito documental (que para eso es un veterano documentalista) y con el objetivo de hacer algunos apuntes para la reflexión.
“La inmigración subsahariana -señala Olivares- es un drama, pero la imagen en los medios es siempre la misma: la llegada en cayucos de los inmigrantes. La idea de esta película es mostrar el duro viaje que hay detrás de la llegada a España, lleno de penalidades, sufrimiento y violaciones”. El gran logro de Olivares es que consigue esta reflexión a través de un cine depurado, un estilo elegante, emotivo (porque las idas y venidas de los tres protagonistas son muy dolorosas), respetuoso con el espectador, maduro y alejado de fáciles eslóganes y tics demagógicos (exactamente en el extremo contrario del Medem de Caótica Ana).
El Festival de Cine de Valladolid concedió a 14 kilómetros el premio a la mejor película (es la primera vez que una obra española consigue La Espiga de Oro), y también los de fotografía (Alberto Moro) y música (Santi Vega), ambas excelentes. La película de Olivares confirma que hay realizadores españoles muy dotados para un cine atento a la realidad social que acierta en la selección de los asuntos y en el punto de vista, además de abrir cauces para un debate enriquecedor.