Inspirada en uno de esos casos reales al que se añaden una tonelada de invenciones para hacerlo más ameno y trepidante, esta película es una adaptación del libro Bringing Down the House: The Inside Story of Six M.I.T. Students Who Took Vegas for Millions, escrito por Ben Mezrich, graduado en Harvard.
El planteamiento es sugestivo (brillantes estudiantes del MIT que usan sus habilidades académicas para forrarse en casinos de Las Vegas, comandados por un profe espabilado y cínico, promotor del negocio) y la historia empieza con fuerza y dinamismo. Kevin Spacey se sitúa a la cabeza de un reparto joven pero solvente y carismático. Los problemas surgen transcurridos los primeros 40 minutos. Entonces las expectativas se frustran y se impone la dura realidad: Luketic sigue siendo el Luketic que conocíamos, el de Una rubia muy legal y La madre del novio.
El realizador australiano pone el intermitente, acelera y lleva su película por la senda de la previsibilidad, todo muy señaladito para que nadie se pierda, con un tono demasiado parecido a las segunda y tercera partes de la saga Ocean. La emoción desaparece y se impone un tono de comedieta adolescente -a ratos desmadrada-, con una manera de resolver los conflictos verdaderamente pueril y fantasiosa que arruina la credibilidad del planteamiento inicial.
Con un guión más inteligente,sin duda, habríamos tenido una buena película. Allan Loeb -autor del libreto de Cosas que perdimos en el fuego, la primera película norteamericana de la danesa Susanne Bier (Después de la boda), que interpretan Halle Berry y Benicio del Toro- y Peter Steinfeld (Be Cool, Analyze That) han sido los guionistas. Parece fácil aventurar a quién se debe lo bueno y a quién lo malo.
La cinta ha liderado dos semanas consecutivas la taquilla norteamericana, aunque la recaudación no haya sido muy alta, 46,7 millones de dólares.