Joaquín, parapléjico, vive solo y amargado en un caserón, sin más compañía que la de su perro, al que está a punto de sacrificar, y mata el tiempo con trabajos electrónicos en su sótano. Un día llega Berta con su hijita; desea alquilar el piso de la terraza, pero él preferiría otros inquilinos: se sugiere que tal vez su estado físico se deba a un accidente donde perdió a su esposa y a un pequeño. Pero ella es resuelta y le convence, y las recién llegadas puede que le saquen del autismo. Incluso se muestra dispuesto a compartir con ella un secreto: ha descubierto que alguien está cavando un túnel con aviesas intenciones.
El argentino Rodrigo Grande, director y guionista, cambia de género tras las comedias amables Presos del olvido y Cuestión…
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