En un escenario casi de teatro, con unidad de lugar y de tiempo, el director y guionista Philippe van Leeuw narra los horrores de la guerra en Siria: Alma mater transcurre durante 24 horas en una vivienda, en pleno frente de batalla. ¿O es toda Siria frente de batalla? Así sugiere la mirada a través de una ventana: destrucción por doquier; algunas siluetas pasan raudas por el apocalíptico paisaje, sorteando los disparos de francotiradores. El espectador observa esas primeras escenas con los ojos de Abou Monzer, el suegro de Oum Yazan, la alma mater que procura mantener el orden y la tranquilidad en tal excepcional situación, mientras su marido está luchando.
En la única vivienda aún habitada de una casa de pisos, ella es la roca firme para sus tres hijos, el novio de una de ellas, su suegro y la empleada doméstica filipina, así como para un joven matrimonio y su pequeño bebé, que han tenido que abandonar su piso en esa misma casa y quieren huir al día siguiente a Líbano. En un solo día en la vida de esas personas, Van Leeuw condensa –en un breve, pero intenso metraje: 85 minutos– el permanente miedo que crece cada vez que estalla una bomba o que se oyen pisadas de soldados en la escalera, el sentimiento de indefensión –sobre todo en las mujeres–, así como la desconfianza que va calando en ese pequeño grupo.
La cámara de Virginie Surdej acompaña a los protagonistas por todo el piso, siempre muy cercana a ellos; los primeros planos exteriorizan sus sentimientos. Destaca así la gran actuación de Hiam Abbass, la más famosa actriz de Próximo Oriente, que también se ha dado a conocer a un público más amplio con sus incursiones en el cine estadounidense, como The Visitor (2007) o más recientemente Blade Runner 2049 (2017). Como en una película de terror, la banda sonora y el montaje de sonido adquieren un protagonismo incluso mayor que el de las imágenes. Y es que Van Leeuw ha rodado una película de terror, del terror real que Siria padece desde hace ya más de siete años, que el director acerca al espectador al tratarlo en el microcosmos de una familia, sin el filtro de las noticias de televisión.
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