Muchas películas de denuncia política y social pierden eficacia por la falta de ponderación de su discurso. No es el caso de American History X, primer largometraje del veterano realizador publicitario Tony Kaye.
Tras el asesinato de su padre, Derek (Edward Norton), un joven inteligente, se deja llevar por el odio hasta convertirse en el líder de la banda neonazi de un barrio de Los Angeles. Su hermano menor, Danny (Edward Furlong), le idolatra y sigue peligrosamente sus pasos. Pero las cosas cambian cuando Derek pasa tres años en la cárcel por un brutal asesinato múltiple. Entre rejas, y a través de la amistad con un joven negro y de la ayuda de un solícito profesor también afroamericano, Derek sufre un radical proceso de redención, que será puesto trágicamente a prueba cuando retorna a la vida normal.
El esfuerzo del ponderado guión por huir de los estereotipos se contagia a los actores, y especialmente a Edward Furlon y Edward Norton. En concreto, este último -candidato al Oscar al mejor actor- lleva a cabo una caracterización de gran variedad de registros. Esta autenticidad interpretativa se ve reforzada por la poderosa y moderna puesta en escena de Tony Kaye, que ofrece una planificación variadísima y unas originales transiciones del blanco y negro al color, muy eficaces.
Hay que señalar que, aunque la crítica americana ha recibido bien la película, Tony Kaye ha rechazado el montaje final, que fue realizado por el estudio. Incluso pidió que se retirara su nombre de los créditos, y ha presentado una demanda contra el estudio New Line. El director piensa que «lo que se ve es un neonazi que sale impune de la prisión al cabo de tres años. Su redención no es creíble, porque el film no contiene una voz negra suficientemente sutil».
Ciertamente, la inusitada violencia de algunas imágenes, así como la deshumanizada crudeza de muchos diálogos y de algún apunte sexual, exige tener el estómago a prueba de bomba. Pero también es verdad que la película muestra las puertas de salida de ese infierno a través de la unidad familiar, la educación, la amistad interracial…, y logra su objetivo de hacer pensar al espectador desde una perspectiva ética.
Jerónimo José Martín