Director: J.P. Hogan. Guión: Jocelyn Moorhouse, J. P. Hogan. Intérpretes: Kathy Bates, Ruppert Everett, Meredith Eaton, Peter Sarsgaard, Julie Andrews, Dan Ackroyd. 121 min. Adultos.
La vida de una norteamericana de cincuenta y muchos se vuelve del revés cuando su marido la abandona. Para tratar de olvidar su situación, decide acudir a una de los escasos recitales de Victor Fox, un cantante melódico que le entusiasma. Un misterioso crimen desencadena un torbellino de acontecimientos que Grace compartirá con su nuera enana y un mayordomo inglés homosexual.
El australiano Hogan (La boda de mi mejor amigo, La boda de Muriel), antes de dirigir su notable Peter Pan, escribió con su mujer un artificioso dramedy que, a pesar de contar con una magnifica Bates, resulta disperso y pretencioso, con una fallida y desangelada mezcla de géneros y tonos que se apunta a la moda de las películas disparatadas fruto de la precipitación en un tubo de ensayo de un montón de «y si…». El problema es que con tanta mezcla artificial y tanto mensajito políticamente correcto no te metes en la historia y no te crees a los personajes, ni en la trama de Chicago ni en la de Herefordshire.
La fotografía tiene muy buen nivel y la firma el responsable de Elizabeth, Onegin y de la miniserie Band of Brothers (Hermanos de sangre). El montador es un veterano, habitual colaborador de Arthur Hiller, que ha trabajado en otras historias de amor, mucho más inteligentes que esta, como Adivina quién viene a cenar esta noche o El cielo puede esperar. La música la pone uno de los compositores más solicitados, Newton Howard, que ya ha cultivado el género (Pretty Woman, French Kiss, Novia a la fuga). La incombustible y simpática Julie Andrews hace dos apariciones verdaderamente psicodélicas y al pobre Sarsgaard (un magnífico actor, visto hace poco en El precio de la verdad) le toca un personaje de circo. Amor sin condiciones no se ha estrenado en EE.UU. y es americana y de 2002… Curioso.
Alberto Fijo