En 2000, el barcelonés Eduard Bosch debutó brillantemente como director de largometrajes con El viaje de Arián, un sobrio y ponderado acercamiento a la banda terrorista ETA. En 2006 rodó el interesante documental Mira la luna, producido por Elías Querejeta, en el que describía la vida cotidiana del astronauta español Miguel López-Alegría. Y ahora cambia totalmente de registro con Ángeles S.A., actualización musical y a la española de las tragicomedias de Frank Capra y sus imitaciones, como El cielo puede esperar, de Warren Beatty. Con ella debuta en el cine la joven cantante María Isabel, que se hizo famosa tras ganar la primera edición de Eurojunior con la canción Antes muerta que sencilla.
María Isabel es una niña que canta y baila muy bien, y que vive feliz con sus padres y su hermano pequeño. Poco antes de que la niña participe en un concurso escolar de canciones, su padre Carlos fallece en un accidente aéreo, mientras viajaba a China para realizar allí una colección de angelitos de loza. Cuando Carlos llega al cielo, descubre que, por un error, su hija no tiene ángel de la guarda, de modo que él se ofrece a serlo durante un tiempo. La supervisora celestial se lo autoriza, y le permite usar el cuerpo de uno de los profesores de la niña, que ha sufrido un grave accidente. De este modo, Carlos intentará ayudar a su hija y también a su propia esposa, que se plantea casarse con un antiguo compañero de su marido.
La película padece algún exceso cursi, una par de bobos recursos a la sal gruesa y un desenlace previsible y superficial, demasiado made in USA. Sin embargo, se impone sobre esos defectos una emotiva historia de amor paternal, fresca en su desarrollo, entrañable en su elogio de la familia, crítica con el materialismo y simpática en su reivindicación de la religión. Además, los actores adultos se lo toman en serio -sobre todo Silvia Marsó-, y María Isabel derrocha desparpajo en varias canciones divertidas, pegadizas y bien coreografiadas, entre las que destaca Angelitos buenos, todo un bombazo.