Tras dirigir las últimas cuatro películas de la saga Harry Potter y relajarse con la mediocre La leyenda de Tarzán, el inglés David Yates retorna al mágico universo literario imaginado por su compatriota J.K. Rowling. En Animales fantásticos y dónde encontrarlos adopta una pequeña parte del singular libro de texto sobre criaturas mágicas, que se cita en varias aventuras de Harry Potter, y que Rowling publicó bajo el pseudónimo de su supuesto autor, Newt Scamander, un joven mago que fue expulsado de Hogwarts setenta años antes que llegara Harry. En la presente historia, Scamander pone en peligro el frágil equilibrio entre los mundos mágico y muggle cuando introduce en Nueva York una maleta llena de criaturas mágicas, algunas de las cuales se escapan nada más llegar.
Quizás lo más débil de esta precuela-derivación de la saga Harry Potter –anunciada como el inicio de una pentalogía– es su guion, con el que debuta la propia novelista J.K. Rowling. Flaquean sobre todo las motivaciones de algunos de los numerosos personajes, lo que torna confusas algunas situaciones y hasta la propia estructura narrativa del conjunto. De todas formas, se agradece el esfuerzo de Rowling por sacar su universo mágico fuera de las claustrofóbicas paredes de la Escuela Hogwarts y por afrontar dentro de él conflictos más adultos, relacionados aquí con la integración racial y social, el respeto a los diferentes, la responsabilidad del poder, el bien común… Menos interés tiene su crítica al fundamentalismo religioso, mostrada con trazos más bien gruesos y convencionales.
En cualquier caso, la emotiva amistad entre Scamander (Eddie Redmayne) y el divertido muggle Jacob (Dan Fogler), unida al esbozo de sus romances con Tina (Katherine Waterston) y Queenie (Alison Sudol), dotan de humor y humanidad al conjunto, permiten el lucimiento de sus intérpretes y enriquecen la sucesión de persecuciones y luchas. Estas, como era de esperar, están resueltas con unos efectos visuales impresionantes, especialmente en las destrucciones y reconstrucciones de Nueva York, y en la sensacional animación de las diversas criaturas mágicas, diseñadas además con un apabullante despliegue de imaginación.
Los aficionados a la gran literatura fantástica británica quizás echemos de menos ese entrañable e irónico costumbrismo, tan British, presente en las inmortales novelas de Lewis Carrol, Kenneth Grahame, James Barrie, P. L. Travers, C.S. Lewis, J.R.R. Tolkien, Mary Norton y tantos otros. En cualquier caso, agradeceremos que la buena magia siga impulsando el séptimo arte hacia nuevos destinos.
|