El director catalán Ventura Pons no pierde el ritmo, y año a año ofrece a sus seguidores una nueva película. Después de afrontar con fortuna el drama en Amigo/Amado y Morir (o no), se lanza ahora a tumba abierta hacia la comedia en Anita no pierde el tren. En ella, Pons indaga de nuevo en las crisis afectivas de la madurez, al tiempo que desarrolla un sugestivo homenaje al cine.
Basado en el relato inédito Bones obres, de Lluís-Anton Baulenas, el guión recrea las andanzas de Anita, la cincuentona taquillera de un viejo cine de barrio, que sueña e imagina según los cánones de todos los géneros fílmicos, incluidos los dibujos animados. Un día, su jefe la despide y vende el cine para que construyan unas multisalas en el solar. Desolada, Anita decide visitar las obras todos los días. Allí vivirá un intenso romance con un apuesto obrero casado, hijo de emigrantes. Anita contará sus alegrías y decepciones a su íntima amiga y vecina Natalia.
La película tiene una estructura narrativa más deshilvanada, y un tono más ligero, soez y amoral que las últimas películas de Ventura Pons. Sin embargo, el director catalán arranca a sus actores unas interpretaciones muy contenidas y de gran eficacia humorística y dramática.
Jerónimo José Martín