Supuestamente basada en hechos reales contados en un libro, la historia trata sobre los ajustes de cuentas entre ex miembros de unidades de operaciones especiales del ejército británico que actuaron en Oriente Medio y ya regresaron al Reino Unido. Hay un llamativo reparto y un presupuesto generoso, de 60 millones de dólares.
El relato es tedioso, las interpretaciones forzadas y la trama inverosímil y mecánica. El metraje resulta abrumador y, a medida que pasan los minutos, entre explosiones y peleas, el espectador pierde interés porque los conflictos parecen sacados de distintas películas y pegados de cualquier manera. Jason Statham es un actor que cuando deja de dar patadas o conducir coches a toda velocidad, pierde cualquier otra posibilidad expresiva. De Niro y Owen debían de necesitar dinero para meterse en un proyecto tan absurdo.