Director: Nick Cassavetes. Guión: John Cassavetes. Intérpretes: Sean Penn, Robin Wright Penn, John Travolta, Harry Dean Stanton, James Gandolfini, Gena Rowlands. 96 min. Adultos.
Maureen está muy enamorada de su marido Eddie, pese a sus desequilibrios mentales, que le llevan a menudo a la violencia; eso sí, nunca contra ella. Tras el arrebato contra un vecino que, bebido, quiso propasarse con Maureen, Eddie es recluido en un psiquiátrico, con el consentimiento de su esposa. Diez años después, sale a la calle, cuando ella ha formado un hogar con otro hombre y dos niñas, una de Eddie, que no conoce a su padre.
Después de Volver a vivir, Nick Cassavetes recupera un viejo guión de su padre John, prueba de que su carrera trata de seguir la misma senda. Sin embargo, hay diferencias estilísticas. John Cassavetes evitaba la afectación en sus films con la frescura de una cierta improvisación. Su hijo se ata más a la historia que maneja, lo que pesa en algún momento, como el del salto temporal, demasiado abrupto y poco explicado: cambio de ambientes marginales a una casa de clase acomodada, transformación de los personajes…, sobre todo el de Maureen, que no visitó nunca a su marido, pero hemos de creer, sin embargo, que ha mantenido siempre su amor hacia él. También resulta poco verosímil el riesgo que corre Joey, el nuevo esposo, al aceptar que Maureen vea a Eddie pese a las advertencias de ella en sentido contrario. Aunque se ha cuidado la construcción del film, realista gracias a sus muchos matices, chirría, por ejemplo, en la resolución, donde los roles violentos se intercambian.
La presentación de una situación familiar compleja recuerda a La buena estrella, de Ricardo Franco. Y como en ese film, tiene fuerza el hálito de unos seres complejos, cotidianos, cuyo amor es real. Se mueven no sólo por pulsiones sexuales, motivación perezosa muy usada en cierto cine actual, sino por el afecto a la persona entera, con sus virtudes, que se aprecian, y con sus defectos, que se busca erradicar. Enriquecen el film otros temas secundarios, como la amistad con los dueños de un bar o la profesionalidad sin rutinas en el difícil mundo de la psiquiatría. El reparto resulta acertadísimo; destaca el gran trabajo de Sean Penn, justamente recompensado en Cannes.
José María Aresté