Director: Richard Attenborough. Guión: William Nicholson. Intérpretes: Pierce Brosnan, Annie Galipeau, Graham Greene, Vlasta Vrana, Nathaniel Arcand, David Fox. 117 min. Jóvenes.
Una amable historia de aventuras, de amor y, tal vez principalmente, un caso de inmadurez psicológica… Situada en los años 30, el protagonista es un trampero solitario, aún joven, que, niño huérfano, fue adoptado por el jefe indio de una tribu. Situada en los bosques del Canadá, ofrece bellísimos paisajes naturales y la creciente civilización que o absorbe a los mismos indios o los reduce a aisladas comunidades. Una chica de origen indio, camarera en un hotel de montaña, seducida por el atractivo trampero, abandona su trabajo y su familia, y le sigue para compartir con él su vivir salvaje y su amor. Sin embargo, el trampero es un hombre culto, y, tras la insistencia de un cazador aficionado, que es editor, escribe y publica un libro… Y aquí comienza la mayor singularidad de la historia y la interesantísima complejidad psicológica del protagonista, tratada sin el desgarro interior o los tintes trágicos que, tal vez, fueran los reales de este suceso real.
Como es habitual en el cine inglés, y en Attenborough, la perfecta ambientación tiene visos de documental histórico. Pierce Brosnan cumple -esperar más de él sería excesivo- en su rico personaje, sostenido por la joven y bella co-protagonista, y por unos magníficos secundarios.
Tampoco puede esperarse que la moral personal de Archie Búho Gris -que así se llama el trampero- sea ejemplar, ni la de la chica -Anahareo- que le sigue. Sin embargo, forman una pareja estable, y al fin les une en matrimonio el jefe indio. Los fugaces desnudos de ambos son tan esquivos y limpios como las frías aguas del lago Abitibi. Estos pequeños datos, que pueden parecer un añadido inexplicado, cobran su sentido cuando el problema moral cobra toda su tremenda urgencia de solución. Pero parece que hasta los hechos reales acabaron amablemente, con elegante discreción… Así lo ha visto Attenborough, con su habitual mirada comprensiva y positivamente humana.
Pedro Antonio Urbina