Director: Chris Noonan. Intérpretes: James Cromwell, Magda Szubanski, Roscoe Lee Browne, Zoe Burton, Paul Goddard, Wade Hayward.
Esta singular película fue el gran éxito sorpresa, de público y de crítica, del pasado verano en Estados Unidos. Su principal responsable es el cineasta australiano George Miller (Mad Max, El aceite de la vida), productor, co-guionista e impulsor de este ambicioso proyecto.
Relata las aventuras de Babe, un inocente cerdito huérfano que es comprado por el Sr. Hoggett (James Cromwell), un honesto ganadero a la vieja usanza. En la granja, Babe descubre la dureza de la vida y su trágico destino: servir de segundo plato en la comida de Navidad. Las cosas dan un giro inesperado cuando Babe demuestra, ante la admiración de todos, unas dotes innatas de perro ovejero.
El sólido guión de Chris Noonan y George Miller se basa en la novela The Sheep-Pig, de Dick King-Smith, que recuerda, a su vez, a Rebelión en la granja, de George Orwell. Esta vez la parábola es más antropológica que política, y quiere ser un reflexión ecológica y amable sobre la condición humana y la lucha por forjar el propio destino frente a todo tipo de prejuicios sociales. Plagada de guiños cinematográficos y planteada con inteligencia, profundidad y un sentido del humor eficacísimo, la fábula destaca valores como el sentido de la muerte o el valor de la solidaridad, la familia, la amistad y, por supuesto, el heroísmo.
La fluida y original puesta en escena del debutante Chris Noonan mima sobre todo los numerosos aciertos del guión y resalta la altísima calidad del trabajo con animales reales y con los alucinantes animatronics (muñecos animados), realizados por John Cox y la empresa del desaparecido Jim Henson, el creador de Los Teleñecos. Además, Noonan logra un peculiar y bellísimo look, muy adecuado al tono mágico del relato. La sugestiva fotografía de Andrew Lesnie y la preciosa partitura de Nigel Westlake colaboran también en este sentido. De todos modos, Noonan demuestra su personalidad como cineasta sin música ni diálogos, en una silenciosa última secuencia, ciertamente antológica, en la que mezcla magistralmente un hilarante humor visual con una fuerza emotiva arrebatadora.
Por todo lo dicho, Babe resulta todo un ejemplo de cine familiar de alta calidad.
Jerónimo José Martín