1965 en Cádiz. Tres estudiantes de primer curso de Medicina, Ramón (Eloy Azorín), Alfonso (Roberto Hoyos) y Nicolás (Iñaki Font), viven encerrados en un chalet, estudiando con empeño. La monotonía se rompe cuando Alfonso y Nicolás tienen la idea de llevar a la casa a Vicky (Emma Suaréz) y Marian (Chusa Barbero), bailarinas del cabaret Pay Pay, garito famoso en toda la ciudad. Ramón, el mejor estudiante del grupo, joven serio y religioso, se opone a la presencia de estas prostitutas en la casa, y será quien acabe peor, locamente enamorado de Vicky.
El veterano Jaime Chávarri ha construido una comedia ligera, llena de nostalgia y ternura por la juventud y el primer amor. Considera que a los veinte años hay que hacer locuras y no preocuparse por las normas ni el qué dirán, pues se puede aprender hasta de las malas compañías. La historia es ágil, se ve con cierta simpatía y supera la idiotez habitual de las películas sobre adolescentes. Además, la banda sonora es excelente. Sin embargo, todo esto se devalúa notablemente por el irresponsable hedonismo que defiende el guión -causante también de varias morbosas escenas sexuales- y por su estereotipada visión de la España de los 60, especialmente parcial y gruesa en lo referente al catolicismo de esos años.
Fernando Gil-Delgado