Proyecto largamente acariciado por Kevin Spacey (diez años le supuso su gestación), en el que actúa, canta, baila, escribe el guión, dirige y produce. Se trata de un «biopic» del cantante neoyorquino Bobby Darin (1936-1973), pseudónimo de Walden Robert Cassotto, que pese a una enfermedad se convertirá en encarnación del sueño americano: discos exitosos, esposo de la actriz Sandra Dee y candidato al Oscar en 1963 por su papel secundario en «El capitán Newman».
La estructura narrativa del film resulta ciertamente original. Bobby Darin está dirigiendo una película sobre su propia vida, y con un toque surrealista, el actor que le interpreta de niño le interpela acerca de los acontecimientos principales de su biografía, obligándole a bucear en busca de la verdad. Y es que «con la verdad, nunca te equivocas», como escuchó decir durante la infancia a su madre, palabras que alcanzarán su sentido pleno en un momento especialmente revelador.
Spacey entrega una película agradable de ver, con los números musicales y las canciones muy bien seleccionados e introducidos. Aunque retrata las dificultades matrimoniales, saca a la luz dolorosos secretos familiares, o se asoma a una conciencia social manifestada en la oposición a la guerra de Vietnam, hay un esfuerzo consciente por evitar las aristas e impregnar la narración de un aire mágico. Lo que convierte el conjunto en vaporoso: no acabamos de conocer al personaje. Bobby Darin vive, viene a decir Spacey; aunque para muchos sea un desconocido, sus canciones, su arte, perduran. El actor lleva bien su protagonismo absoluto, y le arropan a la perfección Kate Bosworth (tiene encanto la escena de la noche nupcial), Caroline Aaron (la hermana), Bob Hoskins (el cuñado) o su «alter ego» infantil, William Ullrich.
José María Aresté