George Jung fue socio de Pablo Escobar -jefe del cártel de Medellín- y el principal importador de drogas en Estados Unidos durante los años 70 y 80. Ahora está en la cárcel y no saldrá de ella hasta 2014, cuando tendrá 72 años. En Blow, Ted Demme (Beautiful Girls) recrea su trágica historia a partir del relato biográfico de Bruce Porter, que presenta al narcotraficante de una manera aséptica, sin ocultar cierta simpatía hacia él.
La narración toma a Jung (Johnny Depp) hacia la mitad de su trayectoria. Y, en un largo flashback, describe su motivación principal: vivir a lo grande sin matarse a trabajar como su padre. Así, Jung aprovecha el movimiento hippie para importar marihuana en grandes cantidades. Un breve intermedio -la cárcel- servirá para cambiar la hierba por el polvo blanco. La historia se repite.
La película tiene poca garra, quizá por culpa de su enfoque demasiado ambiguo. El guión elimina ciertas tensiones dramáticas que habrían podido funcionar, y se centra en el perfil humano de Jung, que solo interesa hasta cierto punto. Destaca la puesta en escena, con una lograda recreación de los ambientes de los 70 y 80, así como los trabajos de la alemana Franka Potente y de los españoles Jordi Mollà y Penélope Cruz.
Fernando Gil-Delgado