La fusión Disney-Pixar se inició con una notable película en 3D de Disney –Descubriendo a los Robinsons– y dos obras maestras de Pixar: Ratatouille y Wall·E. Ahora se consolida con Bolt, otro filme excelente, surgido esta vez como proyecto en 3D de Disney.
La película se inicia con una de las mejores secuencias de acción de la historia de los dibujos animados. Tras ella, Bolt, un fiel perro que cree poseer superpoderes, huye de su hogar con el objetivo de rescatar a su dueña, una aguerrida niña llamada Penny, a la que el perro imagina secuestrada por un malvado científico. Durante su iniciático viaje por medio Estados Unidos, irá descubriendo la verdad de las cosas con la ayuda de la cínica gata callejera Mittens y del entusiasta hámster Rhino, que vive en una pelota de plástico.
Asentada en una sólida premisa narrativa -similar a la de El Show de Truman-, Bolt desarrolla una inquietante crisis de identidad, que recuerda a la que sufría Buzz Lightyear en Toy Story. Y, a partir de ella, lanza una durísima crítica al negocio televisivo y a los representantes de actores, dominados en el filme por un materialismo economicista y deshumanizado, en el que no caben los escrúpulos morales.
De todas formas, más allá de ese lúcido alegato, Bolt ofrece una emotiva apología de la amistad, la lealtad, la valentía, la responsabilidad social, el trabajo bien hecho, la capacidad de sacrificio… que cautiva al espectador de principio a fin. Porque, además de muy bien escrito, se hace realidad a través de una animación 3D de altísima calidad, impresionante en su ritmo y riqueza gestual. También cabe elogiar los sugerentes fondos en 3D y 2D, así como la sensacional banda sonora de John Powell, completada con varias baladas country dignas del Oscar.