Cameron Diaz es lo mejor de una cinta que se inspira en las películas de suspense alienígena de los 50, en lo más crudo de la guerra fría. Me refiero a títulos como La invasión de los ladrones de cuerpos, la notable cinta de Don Siegel estrenada en 1956. El guión adapta (estirándolo todo lo posible) el relato Button, Button, unas pocas páginas escritas por Richard Matheson, el autor de los cuentos en los que se basaron películas recientes como Soy leyenda (versión de The Omega Man con Smith en el papel de Heston) y más antiguas como la célebre TV movie de 1971 El diablo sobre ruedas, uno de los primeros trabajos de Steven Spielberg.
La cinta (30 millones de presupuesto, poca cosa en Estados Unidos para una película así) está dirigida por Richard Kelly (Donnie Darko) de manera correcta, pero lo cierto es que a la media hora empieza a pesar su grandilocuencia gnóstico-conspirativa y la mezcla de géneros que practica: ciencia-ficción, terror, thriller, apocalíptica reflexión sobre la malicia humana, drama matrimonial, etc. La historia empieza bien, con un tipo muy raro al que falta media cara, que ofrece a una profesora casada con un empleado de la Nasa una caja con un botón. Si pulsa ganará un millón pero alguien desconocido morirá…
Con menos pretensiones y un guión más sencillito y menos disperso, la película ganaría y sería más llevadera. Tanto sermón enfático termina por cansar, un poco a la manera de la reciente (y soporífera) Ultimátum a la tierra, remake de una buena película de Robert Wise de 1951.
