Basada en un hecho real, sucedido a finales de 1993, esta película recrea los últimos días de Teena Brandon, una chica de 20 años que en la pequeña ciudad de Falls City (Nebraska), que no es la suya, se hace pasar por un joven. Al quitarle la novia a uno de los líderes del grupo en el que se ha introducido, provoca una reacción violenta, que acaba en crimen múltiple al descubrirse su identidad sexual.
La directora y guionista ha dedicado cinco años -dice- a investigar y componer la historia de esta desgraciada muchacha. «El verdadero reto a la hora de contarla -sigue diciendo- consistía en descubrir al ser humano que se ocultaba debajo de todo ello». Sí, era un empeño difícil de llevar a cabo, del que la directora y guionista Kimberly Peirce no ha conseguido sino lo que se manifiesta por fuera, y, me parece, nada del «ser humano que se ocultaba debajo de todo ello».
El film se le ha quedado en una variante de cine negro: jóvenes opositores a gangsters (drogas, alcohol, sexo, robos y extorsiones) descubren entre los suyos a un chulo o rufián que se la juega al jefe quitándole su chica; y luego además resulta ser una rufiana, y no un tío. Despechados el jefe y su mano derecha, en una noche de alcohol y droga, llenos de odio y de herida masculinidad, violan a la rufiana y la liquidan, y a algunos más que estaban por allí.
Total, un film moralmente morboso, también rijoso -las escenas de desatada lujuria de tan explícitas son didácticas-, y con ínfulas universitarias. ¡Cielos!: cortometraje sobre esta misma historia optante al premio Grace de la Universidad de Columbia; beca de Producción Astrea; guión para el largometraje como Tesis de Graduación en la Universidad. Globo de oro 1999 y Oscar 1999 a la mejor actriz dramática de reparto (Hilary Swank). ¡Cielos!…