Director: Spike Jonze. Guión: Charlie Kaufman. Intérpretes: John Cusack, Cameron Díaz, Catherine Keener, John Malkovich, Orson Bean, Mary Kay Place. 112 min. Adultos.
Craig Schwartz es un titiritero con talento, cuyo arte no es reconocido. Tampoco por su esposa Lotte, que dedica todos sus esfuerzos a su trabajo en una tienda de animales. Con los bolsillos vacíos, no tiene más remedio que aceptar un empleo como archivero. Cuando sube a la planta siete y media, donde está situada su nueva oficina, se encuentra con un paisaje kafkiano: los techos son bajos y hay que andar encorvado. Pero más sorprendente es el descubrimiento de una oculta portezuela que conduce… ¡al cerebro del actor John Malkovich!
Al fin, un argumento diferente. Ésta es la principal baza de esta comedia de tintes surrealistas, con un puñado de situaciones francamente divertidas. Se comprende que hayan llamado la atención el guión de Charlie Kaufman y la dirección del debutante Spike Jonze, ambos con sendas candidaturas a los Oscars. Los actores actúan con competencia. Destacan Catherine Keener -la tercera candidatura al Oscar del film- y John Malkovich, que asume el riesgo de retratarse a sí mismo como un egocéntrico insoportable. En el aspecto visual, hay que destacar las escenas con marionetas, muy cuidadas, y las entradas y salidas a Malkovich, mostradas con gracia y brillantez.
Uno de los terrenos que el film abona para el disparate es el afectivo. Los personajes se enredan en sus anhelos amorosos. Craig se enamora de Maxine, una compañera de oficina, con la que explota comercialmente las visitas a la cabeza de John Malkovich. Lotte también se enamora de Maxine y, para satisfacer sus deseos sexuales, se mete dentro de Malkovich mientras el actor alterna con Maxine. Estas aventuras inmorales perjudican a la historia y la hacen perder el fuelle del sorprendente arranque. Queda así una película con algunas buenas ideas, pero no demasiado bien resuelta.
José María Aresté