Con la sonada excepción de Manuel García Ferré, creador de El libro gordo de Petete y Manuelita, son escasas las incursiones argentinas en el cine de animación. Se agradece el intento de esta cinta, cofinanciada por España, de hacer una historia completamente diferente, con una animación más realista y una historia típica de ciencia-ficción dirigida a un público adulto.
2068. La ciudad Darwin, ubicada en algún lugar de América del Sur (con muchas referencias a Buenos Aires), está controlada por el despótico Phizar, que envía a sus pilotos de elite a detener a un peligroso rebelde. Uno de los miembros del escuadrón, el joven capitán Juan Crux, descubre que el insurrecto no es otro que su padre, y finalmente, en lugar de disparar contra él, le ayuda a escapar. Sentenciado al exilio, Juan Crux acabará en la mítica ciudad de El Dorado, un lugar tranquilo que pronto será atacado por las tropas de Phizar.
A pesar de su calidad limitada y de algunos fallos, la integración entre infografía y animación tradicional es bastante digna, sobre todo si tenemos en cuenta que el presupuesto está muy alejado de las grandes superproducciones norteamericanas. Por esta razón, los aficionados a la animación disculparán los inconvenientes de esta correcta producción, como que el argumento, aunque ameno, no sea más que una recopilación de lugares comunes del género futurista, y que a veces los diálogos resulten demasiado infantiles.
Juan Luis Sánchez