Producida por la división musical del estudio Sony, esta película nos cuenta el nacimiento de un célebre sello discográfico, Chess Records, que produjo excelentes discos. Leonard Chess (un entonado Adrien Brody que da vida a un avispado judío polaco) lanzó a figuras del rythm & blues como Muddy Waters, Little Walter, Howlin’ Wolf, Etta James y Chuck Berry. La cinta sigue las evoluciones, disputas, reconciliaciones, problemas personales y familiares de este grupo de músicos.
La música es excelente y las interpretaciones muy meritorias, pero al guión le falta entidad, hondura y desarrollo. La realizadora ha hecho poco cine y se le notan los esquemas televisivos en una cinta que se acerca a demasiadas historias y no sabe ni desarrollarlas ni relacionarlas adecuadamente. Se opta por un acercamiento muy ligero a las vidas tormentosas (alcohol, promiscuidad sexual) de unos artistas negros que triunfan en una sociedad marcada por la discriminación racial. Beyoncé Knowles, un tanto empalagosa, es productora ejecutiva de la cinta, no cabe la menor duda. Cadillac Records, dentro del género del biopic musical, tiene mucho menos vuelo que recientes películas de temática similar como En la cuerda floja y Ray; está más cerca de Dreamgirls.