Óscar es un niño de diez años con un cáncer terminal a quien ni sus padres ni sus médicos se han atrevido a decirle que le queda poco tiempo. Un día se entera de la gravedad de su estado y reacciona contra los adultos, se encierra en sí mismo y sólo quiere hablar con la señora de rosa, una desconocida y antipática mujer que se encontró con el niño un día que vino al hospital a vender pizzas. Ella le propone dar a cada día el valor de diez años: así podrá vivir una vida completa en poco tiempo.
Schmitt, después de escribir el guión de El señor Ibrahim y las flores del Corán, escribió y dirigió Odette, una comedia sobre la felicidad, y ahora vuelve a ponerse detrás de la cámara adaptando una obra de teatro suya, Óscar y la dama rosa. El título español se presta a confusión, pues coincide con el de una reciente película norteamericana con el mismo argumento. Schmitt vuelve a abordar con seriedad sus grandes temas: el sentido de la vida, Dios y el sufrimiento.
Destaca y sorprende la capacidad de hacer sonreír con una historia que debería hacer llorar. Schmitt utiliza una buena dosis de imaginación mágica, como hiciera en Odette, pero en ningún momento cae en la farsa ni deja de tomar en serio los temas que aborda.