Interesante película experimental made in Hong-Kong, presentada internacionalmente por Quentin Tarantino. Se compone de dos historias de amor independientes, desarrolladas en el populoso Tsimhatsui, la principal zona turística de la ciudad. La primera describe el fugaz encuentro entre un joven policía en plena crisis amorosa y una misteriosa mujer fatal implicada en el tráfico de drogas. La segunda trata del singular romance entre un solitario agente y la joven camarera del barucho donde aquél suele comer.
Wong Kar-Wai (Days of Being Wild, Ashes of Time) imprime a la película un ritmo frenético y fragmentario, y un estilo visual psicodélico, de fortísimos contrastes luminosos. Con ello pretende retratar el abigarrado y cerrado universo vital en que se desenvuelven los personajes. Lo consigue, aunque a veces su opción estética no deja de ser un tanto efectista. En todo caso, compensa este posible defecto con una narración bien trabada, que profundiza en las motivaciones de los personajes, todos ellos caracterizados con una pasmosa naturalidad. Este afán por humanizar al máximo la historia, aunque no justifica ciertas concesiones eróticas, al menos suaviza el tono violento y amoral que domina ambos relatos.
Jerónimo José Martín