Película basada en la vida del púgil Jim Braddock, que se ganó el apodo de «Cinderella Man», o sea, «El Ceniciento», por las escasas probabilidades que le concedían los expertos para conseguir el título mundial de los pesos pesados. El guión de Cliff Hollingsworth y Akiva Goldsman recoge los hechos que vivió entre 1928 y 1935, durante la Gran Depresión, y que culminaron en espléndida realización del sueño americano en tiempos difíciles.
No es este un film de boxeo, o no exclusivamente, aunque el clímax lo constituya un largo combate con aires de epopeya. Trata sobre todo de los esfuerzos de un hombre sin cualificación por sacar adelante a los suyos, cuando le despojan de su licencia de boxeador profesional. Jim debe buscar alternativas al boxeo en época de crisis. Las adversidades podrían hundirle en la miseria, pero conserva siempre la dignidad y la esperanza, no pierde su sentido moral, cuida la educación de sus hijos. Mantiene las amistades (su preparador Joe Gould) y cultiva otras nuevas (su compañero en el muelle, con inquietudes sindicalistas). Si su fe flaquea alguna vez (Jim es católico, de origen irlandés), no faltarán las plegarias de su esposa Mae, aunque apunten en direcciones inesperadas.
Ron Howard, un artesano todoterreno, ha sabido integrarse desde hace años en un equipo sólido, del que forman parte el productor Brian Gazer y el citado guionista Goldsman. No es un genio y lo sabe -se cubre rodando mucho, y llama la atención a veces en su cine cierta torpeza al montar los planos-, pero tiene un punto fuerte, que domina como pocos: sus difíciles equilibrios en la frontera de la sensiblería. De este modo crea emoción genuina, que se intensifica cuando se inspira en hechos reales -véase «Una mente maravillosa» y «Apolo 13»-, pues les aplica, paradójicamente, un aura de irrealidad, como de cuento de hadas. Es el caso en «Cinderella Man», excesivamente en el primer tramo del film, en el que el hogar de Jim Braddock parece la caricatura de una obra de Dickens, y con más medida en el resto del metraje. Además, Howard, actor en su juventud, se encuentra cómodo dirigiendo al trío Russell Crowe-Renée Zellweger-Paul Giamatti, que le entrega un ramillete de espléndidas caracterizaciones.
José María Aresté