Tras una acción bélica en Afganistán, el condecorado capitán Colter Stevens (Jake Gyllenhaal) se despierta dentro del cuerpo de un desconocido, que viaja con una bella joven (Michelle Monaghan) en un tren de cercanías que explota poco antes de llegar a Chicago. Colter descubre asombrado que el ejército experimenta con él un programa llamado Código Fuente, que le permite tomar la identidad de otra persona durante sus ocho últimos minutos de vida. Su objetivo es volver a encarnarse en el hombre del tren las veces que haga falta hasta localizar al autor del atentado y prevenir sus futuros ataques terroristas.
Desde los créditos iniciales, la música de Chris Bacon y Clint Mansell remite a las espléndidas composiciones de Bernard Herrmann para las películas de Alfred Hitchcock. Y el hijo de David Bowie, el británico Duncan Jones (Moon), refuerza esos referentes a través de una puesta en escena agobiante y nerviosa, con abundantes movimientos de cámara y planos subjetivos. Sin embargo, Código Fuente, aunque entretenida, nunca llega a enganchar como todavía lo hacen los filmes del Mago del Suspense. La culpa no es de los actores, todos ellos convincentes en las diversas repeticiones de la misma situación. Más bien hay que achacar al guión la cierta frialdad de la película, que no extrae a la trama toda su intensidad dramática y moral, y la culmina, además, de un modo confuso y seguramente incoherente.