Director: Michael Caton-Jones. Guión: Ken Hixon. Intérpretes: Robert De Niro, James Franco, Frances McDormand, George Dzundza, William Forsythe. 108 min. Jóvenes-adultos.
Vincent LaMarca es un detective de homicidios de la policía neoyorquina. En el pasado, su padre fue ejecutado por su participación en el secuestro y muerte de un niño, de modo que con su trabajo pretende dejar atrás esa traumática herencia. Divorciado, Vincent tiene un hijo, Joey, del que no se ocupa, y que anda metido en el mundo de la droga. Incapaz de asumir sus responsabilidades familiares, Vincent mantiene una relación con una vecina, en la no se compromete. Pero profesionalidad de policía y dejadez en la vida familiar van a colisionar en un caso de asesinato que le corresponde investigar, donde su vástago resulta ser el principal sospechoso.
Suena a melodrama rebuscado made in Hollywood. Pero lo cierto es que Condenado se inspira en un caso real, narrado por el periodista Mike McAlary en el artículo Mark of a Murderer, de la revista Esquire. Michael Caton-Jones, un artesano competente (Memphis Belle, Vida de este chico, Rob Roy), firma una película apañada, que combina bien la intriga policial con el tratamiento de las dificultades en las relaciones paterno-filiales. No inventa la pólvora, pero está bien narrada, sin saltos abruptos, y perfila medianamente a los personajes. Tienen interés algunos conflictos, como cierto sentido fatalista (sabiendo Vincent que su padre fue un criminal, llega a creer que su hijo está condenado a repetir los mismos errores), que pugna con el deseo del padre de creer en su hijo.
Poco hay que decir del buen hacer de veteranos de la interpretación, como Robert De Niro y Frances McDormand. Pero conviene destacar el trabajo de James Franco, un joven valor en alza, que ya descolló en Spider-Man y James Dean. Aquí, de nuevo en un papel de hijo problemático, compone un personaje complejo, al que las carencias afectivas acaban pasando factura.
José María Aresté