Una voraz epidemia amenaza al planeta. Un grupo de científicos luchan a contrarreloj para conseguir una vacuna, apoyándose en el estudio de un ciudadano inmune al virus.
Esta sinopsis podría ser la de una decena de películas sobre epidemias –un subgénero del cine de catástrofes– muy apropiadas para una sesión de tarde televisiva. La diferencia es que detrás de las cámaras está Steven Soderbergh –el director de Traffic, El buen alemán y la saga Ocean– y que con la mitad del reparto se podría organizar una gala de los Oscar.
Solo por ver en la misma historia a Matt Damon, Marion Cotillard, Laurence Fishburne, Jude Law, Gwyneth Paltrow y Kate Winslet se amortiza con creces la entrada. Soderbergh va tan sobrado de reparto que se permite algunos lujos impensables en cualquier otra cinta (y no digo más para no desvelar nada de la trama).
Pero además de la solidez de los intérpretes, la cinta cuenta con un estupendo montaje, mantiene un ritmo ágil y constante y la acción nunca pierde interés. La fotografía –en tonos azules– ayuda a dar el aire a la historia –alejada del exceso dramático y, sin embargo, sumamente angustiosa–, con la ayuda de la partitura musical de Cliff Martínez (autor, por cierto, de la celebrada banda sonora de Drive).
Algunos dirán –y les daré la razón– que la historia es muy poca cosa y que la película es una obra menor, solo un divertimento… Quizás, pero hay divertimentos buenos y malos. Y este es de los buenos.