Un grupo de asesinos profesionales prepara un “trabajito”. Pero tras cumplir la primera parte del “contrato”, Frank, el líder, sufre un accidente de tráfico, lo que le lleva a ser retenido por la policía, a espera de que lleguen los federales. El tipo manejaba la identidad falsa de alguien ya fallecido, y todo el mundo anda bastante “mosca” porque se trata de un militar que supuestamente cayó en combate. Como sus hombres le necesitan, van a preparar un “golpe” para liberarle. Por otro lado, Ray tiene problemas con su hijo adolescente desde que enviudó, motivo por el que ha previsto una acampada en plena naturaleza, para convivir un poquito más y acercar posiciones. Los caminos de unos y otros van a cruzarse cuando se produce el ataque para liberar a Frank. Con lo que se produce una situación de persecución a varias bandas.
Una película de acción pasablemente entretenida, aunque previsible en su desarrollo y con pasajes más que increíbles. Contiene algunas escenas de colisiones muy bien rodadas -los accidentes de automóvil y el helicóptero estrellándose-, una estupenda fotografía del pasaje natural y dos actores de campeonato: los estupendos Morgan Freeman y John Cusack. El australiano Bruce Beresford es un director avezado, y artesano todoterreno que rueda todo lo que le echen con oficio. Aquí maneja bien la clásica trama de “caza del hombre”, y el conflicto padre-hijo. No favorece al guión la mala idea de añadir detalles de humor en los momentos dramáticos.