Arthur Cravan (1886-1919), poeta, boxeador, pintor, marinero, mulero, conferenciante de escandalosas performances, provocador y mamporrero, sirve de icono misterioso y legendario de la época de los ismos artísticos, que Lacuesta y su equipo recrean con soltura y amenidad. Aprovechando uno de los exóticos episodios de la vida-leyenda de Cravan (un combate de boxeo en la plaza de toros Monumental de Barcelona frente al campeón del mundo de los pesados, Jack Johnson), Frank Nicotra, un francés ex campeón de Europa de boxeo que al colgar los guantes se ha hecho director de cine, se convierte en conductor-investigador de la historia. Un acierto pleno, si se considera la poderosa presencia y fotogenia de Nicotra, que confiere a la película un aire muy verosímil.
Los testimonios de Merlin Holland, nieto y biógrafo de Oscar Wilde, de Eduardo Arroyo, el pintor español afincado en París, y de la historiadora y crítica de arte María Luisa Borrás, que ha escrito una biografía de Cravan, están montadas con mucho criterio para contribuir a la híbrida naturaleza de este documental, que mezcla a 80/20 leyenda y realidad. Quizás por eso, el director no duda en acercarse al hoy de volatineros, boxeadores jubilados y algún asiduo de los billares que seguramente frecuentó Cravan, con el fin de ambientar al espectador, quizás ajeno a ese tipo de vida exótica y variopinta.
Con frecuencia, el llamado cine experimental, mediatizado por la escasez del presupuesto disponible, opta por una estética sicodélica para narrar historias truculentas, pretendidamente originales pero tediosamente clónicas. Lacuesta esquiva la excentricidad y las ínfulas del novel con una elegante sobriedad, que permite secuencias muy logradas, como la del combate de boxeo y sus prolegómenos. Capítulo aparte merecen las declaraciones del nieto de Wilde, que tienen un magnetismo arrebatador por la belleza de la voz y el discurso, un recital de convicción. El collage divertido y entrañable que reúne los testimonios de varios ancianos que fueron boxeadores, es una simpática digresión, perfectamente calculada.
Cravan vs Cravan supone un brillante ejercicio fílmico sobre la construcción de dos mitos, el del propio Cravan, y el de la trasgresión excéntrica como talismán del vanguardismo artístico. Una indagación con un sugestivo tono, entre la fábula y la irrealidad verosímil, que certifica la vitalidad de un género -el documental- que regresa a las salas con vigorosa creatividad.
Alberto Fijo