Actualización 28-03-2022:
Oscar al vestuario
Cuando ya esperábamos poco de este primer semestre –mayo no suele ser un mes de grandes títulos–, Disney estrena una de las películas más sorprendentes y valiosas del año. Cruella cuenta el origen de la icónica villana de 101 dálmatas, esa elegante e histriónica señora que no dudaba en matar perros para hacerse abrigos. Cuanto menos hablemos del argumento, mejor, para que el espectador disfrute sin spoiler de un guion que conecta con la mejor tradición de los cuentos: un relato oral sólidamente construido con unos sorprendentes puntos de giro que nunca traicionan a la lógica. A la lógica de los cuentos, se entiende.
El australiano Craig Gillespie había demostrado su talento para contar historias de manera diferente en dos valiosas películas: Lars y una chica de verdad –una cinta indie que conseguía conmover con un argumento imposible- y Yo, Tonya, un biopic narrado en formato de falso documental.
Aquí consigue equilibrar un relato muy oscuro, subrayado con momentos de gran dramatismo –como esa terrible escena inicial que deja claro que no es una película para niños–, con otra trama más cotidiana, chispeante y gamberra. Las dos referencias evidentes son Joker y El diablo viste de Prada. Sin ser una cinta violenta, Cruella es tan oscura, contundente y subversiva como la primera, pero también es tan divertida y juguetona como la segunda. La fórmula es muy arriesgada; el resultado, un disfrute.
Y a que sea una película disfrutable colabora además, en primer lugar, un dúo de actrices sobresalientes. La competición interpretativa de las dos Emmas (Thompson y Stone) es un espectáculo. Dos actrices con carácter, interpretando a dos enemigas poderosas.
Ayuda también una puesta en escena y un diseño de vestuario simplemente espectaculares. Detrás del segundo está la veterana diseñadora Jenny Beaven, autora del vestuario de cintas como Una habitación con vistas, Ana y el rey, Sentido y sensibilidad o Mad Max.
Y coopera finalmente una magnífica, arriesgada y ecléctica banda sonora donde encuentran hueco desde grandes temas del rock de los setenta hasta el mítico Perhaps, perhaps, perhaps interpretado por Doris Day, pasando por canciones de Tina Turner, Queens o Supertramp. La música, omipresente, es un personaje más que va marcando el ritmo a la montaña rusa de sucesos, réplicas, trucos y trampas que jalonan la historia.
Por supuesto, aunque la película se estrene también, con un precio de 21,99 euros, en plataformas, es una de esas cintas que merece la pena disfrutarse en pantalla grande. Podría ser, de hecho, la película que empuje a más de uno a volver a las salas de cine.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta