Películas recientes del estilo de Como un relámpago, Fugitivas, El Bola y sobre todo Solas han consolidado en España un atractivo modelo de melodrama neorrelista con alto contenido ético. Por ese fecundo camino se adentra también Cuando todo esté en orden, segundo largometraje del joven César Martínez Herrada, que cambia de registro tras Manos de seda, su fallida opera prima.
Cuando todo esté en orden. A esa situación idílica y quizá imposible aspiran los sufridos personajes. Por un lado está Pablo, ya en la treintena, cuya adicción a las drogas destrozó su matrimonio y sus juveniles sueños futbolísticos. Ahora, tras un año de rehabilitación, ha regresado a su pueblo sevillano con el firme propósito de recomenzar y dar buen ejemplo a su hija, una niña inteligente que vive con su madre y el nuevo marido de ésta. En ésas, regresa también al pueblo Ignacio, el padre de Pablo, un obrero prejubilado, hosco por fuera pero de gran corazón, que huyó lejos tras la muerte de su esposa y el derrumbe del hijo. La reconciliación entre ambos será muy costosa.
Cuando todo esté en orden no alcanza la frescura y la rotunda autenticidad de Solas. De hecho, a veces endurece artificiosamente su tono amable con un lenguaje agresivo, o cae por el contrario en un sentimentalismo poco sutil. Sin embargo, comparte con la espléndida película de Benito Zambrano una esperanzada visión del cariño familiar, la amistad y el perdón. Esto provoca poderosas explosiones de emotividad en los entrañables personajes, todos muy bien interpretados. En este sentido, la película confirma la maestría de Santiago Ramos y ofrece las mejores interpretaciones hasta la fecha de Miguel Rellán y Daniel Guzmán, este último premiado con una mención especial del jurado en el Festival de Málaga 2002. En ese festival también fue galardonada la preciosa banda sonora de Pablo Cervantes, muy efectiva en su labor de apoyo de la detallista y sobria puesta en escena de Martínez Herrada. Por todo eso, y a pesar de sus posibles defectos, Cuando todo esté en orden es por ahora la mejor película española de la temporada.
Jerónimo José Martín