No es una historia de amor, como escribe la propaganda: es mas bien una sórdida y muy poco creíble historieta, estampa inventada de una angustiada chusma (son fingidos seres del iberismo cutre) adicta a la droga, a la prostitución y al terrorismo. Tampoco diría que se descubra ningún valor interpretativo nuevo: Ruth Gabriel no interpreta nada, mas bien no tiene frío durante toda la película; Javier Bardem ya es un valor reconocido, y Carmelo Gómez, reconocido o no, es un gran valor.
La obra del director y guionista -Concha de Oro en el pasado Festival de San Sebastián- deja traslucir, quizá inconscientemente, una asfixiante atmósfera interior de animalidad desesperada.
Pedro Antonio Urbina