Tercera película del sevillano Jesús Ponce, que después de rodar Skizo, una anodina película de género (de terror), vuelve a un escenario parecido al de su valorada ópera prima 15 días contigo.
Déjate caer cuenta la patética historia de tres jóvenes -a punto de dejar de serlo-, vecinos de un barrio sevillano, que vegetan en un banco de la calle donde viven con sus respectivos padres. Unas litronas de cerveza alimentan una charla insustancial y procaz que dura todo el día, con parada a las horas de comer y de cenar.
Ponce es un buen constructor de personajes marginales y sabe escribirles diálogos. No cabe duda de que su retrato de la estupidez endémica generada por la telebasura (programas de cotilleo, reality shows, pornografía, culebrones) tiene fuerza y es verosímil. Sin embargo, es muy dudoso que para lograrlo sea necesario que cualquier trama de las muchas que hay en la cinta tenga una directa relación con un primario instinto sexual, y que los personajes que rodean a los tres protagonistas sean todos tan homogéneamente cutres. Cierto es, en cambio, que Ponce, consciente de que ha servido generosamente el sexo en audio, renuncia a darlo en vídeo.
Más allá de algunas situaciones chispeantes y de la “frescura” de las interpretaciones, la estructura dramática de la película es ligera y las carencias del guión se hacen más evidentes por un metraje excesivo en el que se abusa de la caricatura y se incurre en una cierta autocomplacencia cinematográfica en la cantinela chusca de los tres “colegas” del banco.