Martha es la cocinera jefe de un afamado restaurante de Hamburgo. Treintañera, soltera e independiente, su única ocupación y devoción es mantener el prestigio de su cocina. Las cosas cambian cuando su hermana, madre soltera, fallece en un accidente, y ella acoge a su hija Lina, de ocho años. La ordenada vida de Martha se tambalea con la irrupción de la desconsolada y testaruda Lina, y se derrumba cuando la propietaria del restaurante, para ayudarla, contrata a un chef italiano llamado Mario, todo vitalidad y desorden, el perfecto negativo de Martha.
Deliciosa Martha es una parábola sobre la vida moderna, el trabajo y las relaciones humanas, sobre los sentimientos, sobre amar y ser amado. Todo ello servido con sencillez y elegancia. Sandra Nettelbeck traza un retrato preciso de Martha, incluidos sus defectos, y lo hace con tal gracia y cariño que el espectador se implica en las naderías que llenan su vida. Además del oficio de la directora y guionista alemana, la actriz Martina Gedeck encarna muy bien a Martha, mujer fuerte y frágil a la vez, que ha cambiado su corazón por un manual de cocina. A su lado, la niña Máxime Foerste es un prodigio de naturalidad, mientras que Sergio Castellito hace creíble a su personaje, cercano a estereotipo.
El guión presenta pocas sorpresas pero bien combinadas. Hay buenas situaciones, jugosos diálogos, excelentes silencios. Nettelbeck favorece lo visual y resuelve sin palabras muchas escenas, apoyándose a veces en la acertada banda sonora. En este sentido, la cocina y la comida son bien usados como medios de expresión de sentimientos.
Por todo lo dicho, Deliciosa Martha merece figurar junto a otras grandes películas que tienen por tema la comida, como el El festín de Babette, Dublineses o Comer, beber, amar.
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