Después de Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? y de Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho… ahora? Llega la tercera entrega de la franquicia, que no se renueva ni en el título. El guion solo aporta ligeras variaciones al esquema inicial, incorporando a las familias políticas a la escena. Pese a todo, y a juzgar por las risas que escuchamos en la sala, la fórmula sigue funcionando, la comedia fácil está otra vez de moda.
El 40 aniversario del matrimonio Verneuil es la ocasión para que sus cuatro hijas organicen una fiesta sorpresa llena de situaciones hilarantes. Dentro de la corrección, y procurando cuidadosamente no ofender a nadie, los gags exploran los tópicos de nacionalidad y religión en un tono amable.
Lo mejor de la cinta y en general de la trilogía es el plantel de actores, especialmente la veterana pareja protagonista que exprime al máximo las posibilidades del guion. Los secundarios también funcionan y ayudan al ensamblaje del conjunto.