Sylvester Stallone lleva unos cuantos años de vacas flacas, en los que su luz estelar se ha ido apagando a marchas forzadas. Hasta el punto de que algunas de sus películas como protagonista se han estrenado de mala manera e incluso directamente en vídeo. En Driven -en la que, además, de actuar ha escrito el guión- frena un poco esa caída en picado a través de una historia de superación personal, con ciertos ecos de Rocky, la película que le lanzó a la fama en los años 70.
En Driven, Stallone da vida a un veterano y temerario piloto de Fórmula 1, retirado tras sufrir un accidente, que es requerido de nuevo por su escudería para ayudar a un joven y angustiado corredor, que lucha por aguantar la presión mediática y arrebatar así el título mundial al campeón vigente. En ésas, la encarnizada lucha entre ambos se amplía al ámbito sentimental.
Ciertamente, el guión parte de arquetipos y conflictos dramáticos ya mil veces vistos. Sin embargo, está bien escrito y estructurado, y ofrece una perspectiva estimulante sobre el trabajo bien hecho, y sobre la responsabilidad en el amor y la amistad. De este modo se facilita el trabajo del modesto reparto y se ofrece un soporte suficientemente sólido para las espectaculares secuencias de carreras, bien rodadas por Renny Harlin (Deep Blue Sea), pero algo estropeadas por unos excesivos efectos digitales.
Jerónimo José Martín