La madrileña Patricia Ferreira, periodista y realizadora de TV, con varias series documentales en su haber, dirige su segundo largometraje, otro thriller, después de Sé quién eres. La película adapta con bastante fidelidad la novela homónima de Lorenzo Silva, ganadora en 2000 del Premio Nadal (ver servicio 26/00).
Atractiva, sutil y cercana en su normalidad resulta la relación entre el sargento Bevilacqua, Vila, un psicólogo que aterriza en la Guardia Civil para ganarse la vida, y Chamorro, una agente que entra en el Cuerpo al no lograr el ingreso en la Academia General Militar. El caso que les ocupa -la muerte de un ingeniero de la central nuclear de Zorita- permite un retrato de ambientes provincianos, a los que también llegan los efectos de la corrupción y el afán de lucro a toda costa, con un caciquismo de nuevo cuño. Muy acertado es el recurso a la narración en off de Vila, un tipo normal, vulnerable, que no deja de sorprenderse ante la podredumbre que le toca remover.
El talento de los intérpretes, con una estupenda Ingrid Rubio, se ve entorpecido por cierto esquematismo en el guión y un estilo visual excesivamente frío, quizás oportuno en un documental, pero inadecuado para una trama policiaca. Tampoco tienen sentido la demora y la insistencia de Ferreira en las repulsivas imágenes del escenario del crimen y de la morgue. Excelentes, sin embargo, son las secuencias en la discoteca y en casa de la viuda del ingeniero, una solvente Adriana Ozores. Una película digna y meritoria, en resumen, con mimbres para haber sido magnífica.
Alberto Fijo