Andrea tiene 15 años, es la mayor de tres hermanos y un poco la madre de los dos pequeños, porque su padre les abandonó tras el divorcio. Desde entonces, el único deseo de la joven es volver a ver a su padre, recuperar su cariño y entender por qué decidió marcharse.
Manuel Martín Cuenca estrena un doloroso –y al mismo tiempo esperanzador– drama sobre las consecuencias que tiene en los hijos la separación de los padres. Duele porque Martín Cuenca, a través de unos jóvenes actores –la mayoría noveles– que desbordan naturalidad, no maquilla la realidad que muchas veces sufren los menores en esa situación. El cineasta refleja bien la angustia de estar en el centro de un campo de batalla, el complejo de culpabilidad, el miedo al abandono, el aba…
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