El amor está en el aire

TÍTULO ORIGINAL Strictly Ballroom

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Baz Luhrmann. Intérpretes. Paul Mercurio, Tara Morice, Bill Hunter.

Absorbidos por Hollywood los mejores directores australianos de las dos últimas décadas, parece que el cine de ese país no deja de aportar nuevos valores. Así lo demuestra esta sorprendente recreación musical del cuento de La Cenicienta, ganadora del Premio de la Juventud en el Festival de Cannes de 1992. En éste su primer film como director, Baz Luhrmann transforma su famoso musical para teatro en una película llena de vitalidad y fuerza narrativa, que se beneficia mucho del singular eclecticismo de la cultura australiana.

El protagonista de la historia es Scott (Paul Mercurio), un joven y brillante bailarín que desafía a la Federación Australiana de Baile de Salón con sus nuevos y espectaculares pasos. Esto escandaliza a su histérica madre y a los corruptos jefes de la organización, y le hace perder a su pareja a cuatro semanas del principal concurso de baile de Australia. Sólo le apoya Fran (Tara Morice), la miope y desgarbada hija de unos emigrantes andaluces que regentan un tablao flamenco en el lúgubre suburbio de Sydney donde transcurre la acción. Ella y sus padres iniciarán a Scott en la auténtica pasión por el ritmo, a través del flamenco; y él, a cambio, transformará a Fran de patito feo en una deslumbrante bailarina.

A través de una planificación originalísima y de un tono entre disparatado y trágico, Luhrmann arranca jirones de emoción de cada secuencia, sobre todo en las exóticas y vibrantes coreografías. Consigue, además, que prime casi siempre lo romántico sobre lo sensual, y que las caricaturas crueles que son algunos personajes acaben llenándose de humanidad. Hasta se atreve a romper el acelerado ritmo de la acción con un largo flash-back teatral, con narrador en off y mímica -homenaje al pasaje similar que incluye Cantando bajo la lluvia-, perfecto desde el punto de vista narrativo. Por su parte, todos los actores se contagian del entusiasmo del director y de la frescura que transmiten los temas que componen la magnífica banda sonora de David Hirschfelder.

Con todo esto queda una simpática comedia ligera, distinta a casi todo, llena de magia, a menudo hilarante, con grandes cualidades visuales y un vigor interno arrollador, consecuente con la intención de sus protagonistas de «no vivir una vida a medias».

Jerónimo José Martín

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