Director y guionista: Brad Silberling. Intérpretes: Jake Gyllenhaal, Dustin Hoffman, Susan Sarandon, Aleksia Landeau, Ellen Pompeo. 117 min. Jóvenes-adultos.
El vehículo que debía transportar a una feliz novia a la iglesia se convierte en coche mortuorio que traslada sus restos al cementerio. La vida de cuatro personas (la difunta, sus padres y el novio) da un vuelco radical. Una bala perdida alcanzó a la joven, y las cosas ya no serán lo que eran. No ha habido boda, cierto, pero los suegros de Joe Nast le habían acogido ya como a un hijo. Todo estaba hablado, y la idea era que el malogrado marido trabajara codo a codo con su suegro. Ideales truncados, un cuento de hadas hecho mil pedazos, que se complica más por un hecho que Joe no se atreve a desvelar. Él y su novia habían anulado su compromiso. No estaban seguros del paso que iban a dar, y tenían intención de comunicar su decisión a los padres de ella, cuando la muerte frustró el plan. Ahora Joe se encuentra en una encrucijada. Tiene miedo a aumentar el dolor de los padres de la difunta, pero su silencio alimenta una espiral de afecto y atenciones de las que no se cree merecedor. E incluso suponen una planificación no deseada de su vida.
Los films dirigidos hasta ahora por Brad Silberling no eran como para tirar cohetes. Casper era una entretenida película familiar, y City of Angels, remake de Cielo sobre Berlín de Wim Wenders, no pasaba de discreta. Aquí entrega una historia relativamente personal (Silberling tuvo una novia que murió en circunstancias trágicas), que sorprende porque está dirigida con competencia, algo no tan habitual como pudiera creerse: buena planificación, cada escena conduce a la siguiente… El fondo de un suceso trágico no impide un tono arriesgado de comedia, que funciona. Por ejemplo a la hora de mostrar a varias personas dando el pésame de un modo convencional, sin sentir verdaderamente lo que dicen.
El dibujo de los padres de la asesinada (magníficos Dustin Hoffman y Susan Sarandon), con sus inesperadas manías y los mundos que se construyen para evadirse de la realidad, no saca al espectador de la historia; y ayuda a perfilar una buena subtrama, una historia de amor maduro, construido día a día, donde el cansancio del otro no sirve de excusa para dejar de amar; o la de los problemas de comunicación con la hija. También tiene entidad el dilema del joven Joe (Jake Gyllenhaal va a más): se describe bien un modo de hacer que teme lastimar al otro, en que la falta de sinceridad en el momento clave complica las cosas; ese miedo a que te retire el saludo quien hasta entonces te apreciaba, sólo por hablar a las claras, pesa sobre muchas personas, lo que hace más dolorosa la inevitable revelación de la verdad.
José María Aresté