El padre de Laila era juez hasta que la situación de Palestina y un problema burocrático le obligaron a ganarse la vida como taxista. La cinta recorre un día en la vida de este hombre: el día en que su hija Laila cumple 10 años. El buen hombre intentará llevar un regalo para Laila, pero la vida en Palestina puede ser compleja.
Masharawi construye una película sin grandes pretensiones pero muy bien contada y que deja buen sabor de boca (es lo que pasó en su estreno en el festival de San Sebastián, donde no consiguió ningún premio pero gustó al público y a la crítica).
El transcurso de la jornada de este honrado taxista sirve como hilo conductor para retratar la complejidad de la situación de los territorios palestinos. Pero, al mismo tiempo -y aquí está la fuerza-, la cinta muestra también cómo detrás del conflicto, las bombas y el terrorismo hay personas, familias. Gente que se enamora, que se casa, que enferma, que muere, que trabaja y que lleva un regalo de cumpleaños a su hija pequeña.
Un montaje ágil apoyado en una expresiva música árabe y unas convincentes interpretaciones completan este notable ejercicio de cine humilde, bienintencionado y muy humano.
